Estudio revela graves consecuencias a largo plazo del consumo de azúcar en la infancia
evangelio | 18 mayo, 2025

Un estudio publicado en la revista Science en 2024, revela que el consumo excesivo de azúcar en la infancia tiene consecuencias a largo plazo para la salud, incluyendo un mayor riesgo de hipertensión y diabetes tipo 2 en la edad adulta.

La investigación, liderada por la científica Tadeja Gracner de la Universidad del Sur de California, confirma lo que muchos padres ya sospechaban: el azúcar en la dieta infantil tiene un impacto perjudicial que perdura hasta la adultez.

El estudio, que analizó datos de 60 mil personas nacidas en el Reino Unido antes y después del levantamiento del racionamiento de azúcar tras la Segunda Guerra Mundial, encontró que aquellos expuestos a niveles restringidos de azúcar durante la infancia tenían 35 % menos de riesgo de diabetes y 20 % menos de riesgo de hipertensión en la edad adulta.

“Si has estado expuesto a alimentos dulces a una edad temprana, es probable que los prefieras durante toda tu vida más que alguien que no lo ha estado”, advierte Gracner.

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En Estados Unidos, los niños consumen una media de 17 cucharaditas de azúcar añadido al día, superando con creces las recomendaciones de las autoridades dietéticas (un máximo del 10 % de las calorías provenientes de azúcares añadidos para niños mayores de dos años) y la Organización Mundial de la Salud (idealmente, menos del 5 %).

Además de los riesgos a largo plazo, el consumo excesivo de azúcar en la infancia contribuye a la obesidad infantil, la diabetes tipo 2, un inicio más temprano de la menstruación en niñas, caries y problemas cognitivos como alteraciones de la atención e impulsividad.

Si bien el azúcar no causa hiperactividad, sus efectos perjudiciales son innegables.

El desafío, según los expertos, radica en reducir el consumo de azúcar en una sociedad donde está presente en una amplia variedad de alimentos, desde refrescos y cereales hasta alimentos procesados y algunos productos infantiles.

El estudio subraya la necesidad de educar a los padres y promover una dieta baja en azúcares añadidos para proteger la salud a largo plazo de los niños.

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