El Departamento de Comercio de Estados Unidos propuso una medida que transformará el mercado automotriz en el país: la prohibición del uso de software y hardware chinos en vehículos conectados que circulan por las carreteras estadounidenses.
La iniciativa, motivada por preocupaciones de seguridad nacional, podría impedir casi por completo la entrada de automóviles chinos en el mercado estadounidense.
La nueva normativa también afectaría a los principales fabricantes de automóviles de Estados Unidos y de otras naciones, obligándolos a retirar en un plazo determinado cualquier software o hardware de origen chino que actualmente utilicen en sus vehículos.
La decisión se fundamenta en la creciente inquietud del gobierno de Joe Biden en relación con la recopilación de datos por parte de empresas chinas sobre conductores e infraestructuras estadounidenses, así como el riesgo de manipulación externa de vehículos conectados a Internet y sistemas de navegación.
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Entre las implicaciones se encuentra la imposibilidad para los fabricantes de automóviles chinos de probar vehículos de manejo autónomo en las carreteras estadounidenses. Además, las restricciones se extenderían a software y hardware producidos por otros adversarios de Estados Unidos, incluyendo a Rusia.
A apenas principios de este mes, el gobierno ya había implementado fuertes alzas arancelarias a las importaciones chinas, que incluían un arancel del 100 % sobre vehículos eléctricos y nuevos incrementos en las tarifas sobre baterías de vehículos eléctricos y minerales críticos.
Aunque actualmente se importan relativamente pocos vehículos fabricados en China, el Departamento de Comercio busca actuar de manera preventiva, antes de que los proveedores y componentes vinculados a China o Rusia se conviertan en una parte común y aceptada del sector automotriz estadounidense.