La exposición Una nueva mirada infinita marcó el cierre de actividades del Festival Tragaluz que de esta forma rindió un homenaje póstumo al fotógrafo Guillermo Wusterhaus, fallecido el año pasado.

Con la presencia de su esposa, Alicia Badajoz Carrillo, y de su eterna cómplice profesional Elsa Escamilla, el conversatorio previo al corte del listón se llenó de recuerdos y anécdotas alrededor de un hombre que nunca trabajó en solitario, pues todo lo que aprendió sobre fotografía lo compartió con centenares de alumnos, ya fuera en las universidades, en los viajes conocidos como fototours o en los múltiples talleres que ofreció en la escuela Fábrica de Imágenes. “Yo le decía que era el mejor profesor del estado y eso le molestaba, pero era verdad, porque incluso en periodos vacacionales se llevaba las carpetas de sus alumnos para revisarlas”, recordó Elsa Escamilla.

Alicia Badajoz Carrillo relató que formaron una pareja que siempre se complementó en lo personal y profesional. “Cuando llegamos a Morelia éramos tres: Memo, yo y el laboratorio de foto”, dijo su compañera de vida, para luego aceptar que le costó mucho trabajo buscar las viejas fotografías para darle vida a esta exposición.

Una nueva mirada infinita reúne una muestra de los diferentes caminos por los que Wusterhaus caminó como fotógrafo: su propuesta al desnudo artístico, los días como fotorreportero, los retratos de personalidades del arte, las visitas a las comunidades indígenas y las postales turísticas de Michoacán.

Durante tres días, Tragaluz realizó diferentes actividades que incluyeron exposiciones, talleres y conversatorios, con la cubana Moník Molinet y la mexicana Yolanda Andrade como sus invitadas estelares. Las expos de ambas artistas y la del maestro Wusterhaus van a permanecer en el Centro Cultural Clavijero los próximos tres meses.