Cada vez más hombres en los entornos laborales comprenden que la violencia de género no debe existir en ningún lugar; sin embargo, existen otras acciones machistas y sutiles que afectan el desarrollo profesional de las mujeres, según explica la directora de la organización argentina Grow Género y Trabajo, Georgina Sticco.

“La violencia no se limita a no gritar o acosar. Hay muchas otras acciones que no implican maltrato, pero que tienen impacto en la forma en que nos expresamos, en cómo se asignan proyectos, a quiénes se motiva, a quién se promociona en el equipo de trabajo, a quién se favorece, entre otras cosas”, detalla la especialista.

El robo de ideas y proyectos, así como la complicidad fraternal para formar equipos de trabajo o para dudar de que un colega sea un acosador, son otras formas de violencia.

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Existen violencias simbólicas, como menciona Georgina Sticco, que hacen que las personas que las sufren duden de si están siendo víctimas de agresión, por ejemplo, cuando las interrumpen al hablar en reuniones, no les dan la palabra o las excluyen de un proyecto sin razón aparente.

Al tratarse de discursos o acciones normalizadas que están presentes en casi todos los ámbitos de la sociedad, la violencia simbólica no es fácil de identificar, suele pasar desapercibida y se impone de manera sutil.

Es fundamental que las personas líderes implementen múltiples acciones para crear un ambiente laboral positivo y procesos justos.