Los frutos secos como las nueces, almendras, pistaches y avellanas, son conocidos por su perfil de grasas saludables como monoinsaturadas y poliinsaturadas que reducen el colesterol.

Además, contienen nutrientes como fibra dietética, proteínas vegetales, vitamina E y potasio, calcio y magnesio, nutrientes que están relacionados con una salud óptima, en especial con la salud cardiaca.

Los datos científicos sugieren que el consumo de 40 gramos de frutos secos al día beneficia a la presión arterial y la inflamación, incluso los estudios demuestran que las personas que incluyen frutos secos en sus comidas tienden a pesar menos.

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Su consumo puede favorable para la prevención de la diabetes, la protección contra el cáncer y la salud cerebral, además de que algunos frutos secos se han relacionado con la salud intestinal, la mejora de la fertilidad y la reducción del riesgo de alzhéimer.

En el apartado de la piel, se ha demostrado que algunos nutrientes de las almendras, en específico la vitamina E, el selenio y el zinc contribuyen a la salud de la dermis, reduciendo las arrugas faciales y mejorando su tono.

Es recomendable convertir el consumo de frutos secos en un hábito a largo plazo para obtener los mayores beneficios, y desde luego, no abusar de su ingesta, ya que también son altos en contenido calórico.