La tarde en Morelia tenía un aire de celebración y remembranza. Entre luces cálidas y el murmullo de cámaras, Gael García Bernal apareció para hablar de sus 25 años de carrera, de la vida que se refleja en la pantalla y de los mundos que ha explorado entre escena y escena.
La ciudad que lo vio debutar con Amores perros volvió a recibirlo con la misma magia, como si las calles empedradas guardaran ecos de aquel primer paso en el cine.
“Ha sido un proceso largo de entendimiento, de aceptación, de juego, de arrojo, de aventura”, contó el actor mientras recordaba los primeros días de Amores perros. La inocencia y el atrevimiento de aquellos jóvenes sin idea de lo que vendría se percibían en cada frase.
“Antes pensábamos que la película la vería nuestra familia en un cassette VHS. Hoy sabes que se va a estrenar, que alguien en cualquier parte del mundo la va a ver. Eso cambia todo”, añadió, con un brillo entre reflexión y sonrisa.
Hablando de Amores perros, García Bernal subrayó su influencia: un punto de inflexión que no solo marcó su carrera, sino que transformó la forma de hacer cine en México. “Casi cualquier persona que estudia cine en el mundo la ha visto. Si eres joven y latinoamericano, en algún momento tienes que verla”, dijo, mientras se notaba que cada recuerdo estaba cargado de emoción, de la memoria de un tiempo en que todo parecía posible.
La conversación giró hacia su papel más reciente: Fernando de Magallanes en Magallanes. Aquí, García Bernal dejó entrever la fascinación por la historia y la complejidad del personaje. “Fue un proceso muy lindo. Me invitaron y empecé a leer sobre Magallanes. Es un personaje fascinante, contradictorio, considerado traidor por unos y héroe por otros”, compartió.
La preparación incluyó sumergirse en siglos de historia, en la relación entre exploración, mestizaje y el impacto cultural que aún persiste: “Durante 300 años las Filipinas fueron administradas desde el norte de España. Seguramente todos tenemos algo de esa sangre que viene de allí”, reflexionó, mientras algunos asistentes asentían ante la magnitud del legado histórico.
Además, la charla se iluminó con historias de Ambulante, el festival itinerante de cine documental que fundó junto a Diego Luna y Elena Fortes. “Ambulante nació de nuestras ganas de compartir el cine que nos gusta. Este año la gira llegó a cinco estados y seguimos buscando formas de reinventarnos después de la pandemia”, contó. Adelantó que la edición 2026 tendrá como tema Fabular y confabular, un homenaje a la imaginación y la narración para replantear la manera en que contamos historias y miramos el mundo. La gira recorrerá Ciudad de México, Querétaro, Yucatán, Nuevo León y Baja California.
Entre risas, gestos y silencios cargados de significado, García Bernal transmitió que sus 25 años de carrera no son solo títulos ni premios, sino un recorrido de descubrimiento constante.
Cada proyecto sigue siendo un puente: entre la historia y la ficción, entre lo personal y lo colectivo, entre la memoria y lo que todavía queda por contar. En Morelia, ayer por la tarde, la sensación era que el cine no solo se ve; se respira, se toca y se siente en el aire.