Cuando Luis Ramón Garrido logró ganar el segundo set ante el competidor de Hong Kong, Yiu Cheuk Lee, no solo representó el primer triunfo de una partida para el bádminton mexicano en unos Juegos Olímpicos.
La euforia y la arenga del atleta regiomontano que contagió al público de París tenía otra razón de ser: se trataba de un triunfo de vida personal, uno que tiene que ver con vencer la muerte.
En 2016, al también apodado “Monche” le diagnosticaron rabdomiolisis, esa extraña enfermedad que afecta a los tejidos musculares y que libera una proteína dañina en la sangre.
El mexicano no solamente se vio obligado a suspender su carrera deportiva, sino que tuvo que emprender una lucha contra el tiempo para tratar de salvar la vida a sus 20 años.
“Es como si estuviera perdiendo mis riñones. No procesaban bien, así que orinaba sangre todos los días. Fue muy complicado superar algo así. Cuando pensaba que ya iba mejor, empeoraba. Tardé doce meses en recuperarme”, explicó en su momento al Diario La Jornada.
A decir de su propio padre, “Monche” prácticamente se encontraba en “los huesos”, pues su riñón derecho dejó de funcionar, en tanto que el izquierdo operaba solamente al 50 %.
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Por si eso no fuera suficiente, sufrió una grave lesión en la rodilla derecha que desembocó en ocho cirugías. Pero con el acompañamiento médico, Luis Garrido se levantó y de a poco fue superando ambas cosas.
Bajo el mando de sus dos hermanos como entrenadores, retomó los entrenamientos y para el 2023 ya estaba en el radar del bádminton de nuevo, pensando en la posibilidad de unos Juegos Olímpicos.
Vinieron las medallas, una de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, y otra de bronce en los Juegos Panamericanos de Santiago.
Su participación en París inició con el pie izquierdo al caer en dos sets con Tien Chen Chou de China Taipéi, pero la revancha vendría días después ante el competidor de Hong Kong.
El primer set cayó estrepitosamente por 21-5, pero el “Monche” es resiliencia pura y marcó un segundo episodio memorable en el que superó 21-15 al asiático, lo que desató la locura personal y la de ocho mil aficionados que, hasta minutos antes, no sabían absolutamente nada del competidor mexicano.
En el último set, Luis Garrido mantuvo al límite el juego y por momentos se fue arriba, pero en la recta final el de Hong Kong fue mejor y se quedó con el partido por marcador de 21-17.
Tras el encuentro, el jugador azteca se despidió con un público que no paró de aplaudirle y él simplemente derramó lágrimas que dejaron en claro que no había necesidad de explicar algo más.