México registró un incremento en sus ingresos públicos durante los primeros diez meses del año, con un acumulado superior a los 6 billones de pesos. El avance, equivalente al 2.7 por ciento anual, se explica principalmente por el dinamismo de la recaudación tributaria, que continúa siendo el pilar de las finanzas públicas ante la volatilidad del sector energético.

De acuerdo con los reportes oficiales, los ingresos no petroleros crecieron 5.3 por ciento y varios impuestos, entre ellos el IVA y el IEPS, superaron las metas establecidas por el Poder Legislativo. Estos resultados contrastan con el comportamiento de los ingresos petroleros, que mostraron una reducción del 14.1 por ciento, reflejo de un entorno internacional complejo y de la caída en los niveles de producción.

En paralelo, el gasto público acumulado ascendió a 7.38 billones de pesos, cifra 1.7 por ciento menor en comparación con el mismo periodo del año anterior. La Secretaría de Hacienda subrayó que, pese al ajuste, los recursos mantuvieron una orientación prioritaria hacia el desarrollo social y programas estratégicos.

Los indicadores fiscales se ubicaron por encima de lo programado: el déficit resultó menor al previsto y el superávit primario alcanzó los 240 mil millones de pesos. Asimismo, la deuda pública se mantuvo en 51.1 por ciento del PIB, nivel considerado estable y congruente con una trayectoria fiscal sostenible. Estas cifras permiten anticipar un cierre de año con mayor estabilidad financiera, aun con los desafíos que persisten en materia petrolera.