Un nuevo estudio publicado en la revista de la American Academy of Neurology advierte que el insomnio crónico no solo afecta el bienestar inmediato, sino que también podría acelerar el deterioro cognitivo y aumentar el riesgo de demencia en la vejez.
La investigación, liderada por Diego Z. Carvalho, médico de la Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, siguió durante más de cinco años a 2.750 adultos mayores cognitivamente sanos con una edad media de 70 años.
Los resultados mostraron que quienes sufrían insomnio crónico tenían un 40% más de probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo leve o demencia en comparación con quienes no lo padecían.
La diferencia equivale a un envejecimiento adicional de 3,5 años. De este grupo, el 14% desarrolló problemas cognitivos frente al 10% en quienes no reportaban dificultades persistentes para dormir.
El estudio también identificó que dormir menos de lo habitual en las dos semanas previas a la evaluación se asociaba con un rendimiento cognitivo más bajo, equivalente a cuatro años adicionales de envejecimiento cerebral, así como con un mayor número de hiperintensidades en la sustancia blanca y depósitos de amiloide, ambos marcadores vinculados al alzhéimer. En contraste, quienes reportaban dormir más de lo normal mostraban menos lesiones en la sustancia blanca.
El análisis incluyó además factores como hipertensión, apnea del sueño y consumo de fármacos para dormir, manteniendo la asociación entre insomnio y deterioro cognitivo. El efecto fue aún más marcado en personas portadoras del gen APOE ε4, relacionado con mayor riesgo de alzhéimer.
Según Carvalho, estos hallazgos sugieren que el insomnio no solo afecta las placas de amiloide, sino también la salud de los pequeños vasos sanguíneos del cerebro, lo que lo convierte en un potencial marcador temprano de riesgo neurológico.
Aunque el estudio presenta limitaciones, como depender de registros médicos para diagnosticar insomnio y no siempre reflejar la severidad de los síntomas, la evidencia recogida refuerza la necesidad de atender el sueño como un factor clave para la salud cerebral.