La península de Reykjanes, en Islandia, experimentó un enjambre de terremotos que generó una alerta de protección civil por riesgo de erupción, la cuarta desde 2021.
El área se encuentra en la dorsal mesoatlántica, donde las placas tectónicas Norteamericana y Euroasiática se separan, lo que provoca tensiones en la corteza terrestre y la liberación de magma.
Los científicos de la Oficina Meteorológica de Islandia utilizan sismómetros y sensores que se comunican con satélites para detectar terremotos y movimientos de la superficie terrestre, recientemente, se identificó la entrada de nuevo magma en la corteza terrestre.
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Aunque el magma aún no ha llegado a la superficie, se ha acumulado un charco a menos de un kilómetro de profundidad, en el último de una serie de eventos que comenzaron en 2020 y han culminado en tres erupciones volcánicas en el suroeste de Islandia.
Actualmente, existe una alta probabilidad de que el magma emerja a la superficie y provoque una erupción, y los equipos de vigilancia solo podrán predecir cuándo y dónde ocurrirá observando signos como el zumbido repetitivo de un temblor volcánico o un aumento en los terremotos superficiales.
Dependiendo de la ubicación y la extensión de la lava, la erupción podría representar una amenaza, y aunque no se espera que tenga un impacto tan amplio como la erupción del Eyjafjallajökull de 2010, incluso una pequeña erupción submarina presentaría problemas para las autoridades.