Soldados israelíes dispararon a tres rehenes en Gaza, con el argumento de que creyeron que eran militantes, pese a que portaban una bandera blanca.
Dos de ellos fueron alcanzados por los disparos y el tercero, herido, pidió ayuda en hebreo antes de ser abatido por otro soldado; luego de eso, un comandante ordenó cesar el fuego cuando se percató del error.
El incidente fue calificado como “horrible y trágico” por un funcionario militar israelí, quien admitió que fue contrario a las reglas de combate de las fuerzas israelíes, por lo que grupos de derechos humanos consideran que fue una violación del derecho internacional.
Familiares de rehenes en Gaza exigieron un alto inmediato de las hostilidades y un acuerdo para asegurar la liberación de los demás cautivos, para lo cual, realizaron marchas en Tel Aviv, pidiendo la liberación de los rehenes y criticando al gobierno por no actuar para salvarlos.
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El grupo israelí de derechos humanos B’tselem afirmó que el derecho humanitario internacional prohíbe disparar a personas que se rinden y muestran una bandera blanca, independientemente de su nacionalidad o religión.
Ariel Bernstein, veterano de las fuerzas de defensa israelíes, dijo que el abatimiento de los cautivos fue una violación de las reglas de combate y una estrategia para culpar al soldado en el campo.
Por su parte, la baronesa británica Sayeeda Warsi comentó que el incidente refleja el sufrimiento diario de los palestinos.
Del lado israelí, el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, asumió la responsabilidad por la muerte de los rehenes y prometió evitar futuros incidentes.