El Ejército israelí declaró que el ataque del 17 de julio contra la parroquia de la Sagrada Familia, única iglesia católica en Ciudad de Gaza, fue consecuencia de un “desvío involuntario” de municiones durante una operación militar en la zona.

El bombardeo dejó tres personas muertas, entre ellas desplazados civiles que se encontraban refugiados en el templo.

Según el comunicado oficial, las Fuerzas de Defensa israelí realizaron “ajustes” para mejorar la precisión del fuego tras el incidente y actualizaron las directrices sobre el uso de armas cerca de lugares sensibles como edificios religiosos y refugios civiles.

El ataque ocurrió mientras unas 500 personas, incluidos niños y personas con discapacidad, se refugiaban en la iglesia. También resultó herido el párroco argentino Gabriel Romanelli.

Tras el bombardeo, líderes religiosos como el cardenal Pierbattista Pizzaballa y el patriarca greco-ortodoxo Teófilo III visitaron Gaza para entregar ayuda humanitaria y expresar apoyo a la comunidad cristiana local. La visita duró tres días e incluyó actos simbólicos de respaldo a las familias desplazadas.

El Vaticano, sin embargo, expresó dudas sobre la versión israelí. El secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, señaló en entrevista con la televisión italiana RAI que “se puede dudar legítimamente” de que el ataque haya sido un error, al considerar que los cristianos representan un factor de moderación en la región.

Las declaraciones abren una nueva línea de tensión diplomática en medio del prolongado conflicto en Gaza.