En el noveno día de intensos combates entre Israel e Irán, el gobierno israelí confirmó este sábado haber matado a tres comandantes de los Guardianes de la Revolución y haber atacado una instalación nuclear en Isfahán, en el centro de Irán.
Las acciones forman parte de una ofensiva lanzada el 13 de junio, la cual, según autoridades israelíes, busca impedir que Teherán desarrolle un arma atómica. El conflicto ha dejado cientos de muertos y ha reavivado temores de una escalada regional.
Entre los fallecidos se encuentra Said Izadi, presunto enlace con Hamás, así como Aminpour Joudaki y Behnam Shahriyari, altos mandos de la Fuerza Quds, a quienes Israel acusa de coordinar ataques con drones.
Además, bombardeos en Tabriz mataron a cuatro combatientes más, y otras ofensivas alcanzaron infraestructuras militares y nucleares en el centro del país. La cifra oficial iraní es de 224 muertos, pero organizaciones como HRANA elevan el saldo a 657 fallecidos y más de 2 mil heridos.
La respuesta de Teherán incluyó misiles y drones contra territorio israelí, entre ellos el aeropuerto Ben Gurión y ciudades como Tel Aviv y Beit Shean, donde se reportaron daños materiales.
Aunque las defensas antiaéreas iraníes evitaron mayores impactos en algunos puntos clave, como Qom e Isfahán, el conflicto continúa sin señales de tregua. Irán ha advertido que no retomará negociaciones nucleares mientras persistan los ataques.
Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó una advertencia directa a Irán: tiene un plazo “máximo” de dos semanas para evitar una intervención militar estadounidense. A pesar de las presiones internacionales por una desescalada, tanto Israel como Irán mantienen su postura firme.
El conflicto ya es calificado por Turquía como un “desastre total” y por la ONU como una amenaza al equilibrio regional, en un escenario donde aún no se confirma que Irán esté construyendo un arma nuclear.