El nombre de Jianwei Xun circuló durante meses entre los círculos intelectuales más influyentes del mundo. Su libro “Hipnocracia” fue citado como uno de los ensayos más lúcidos sobre la manipulación de la conciencia digital.

Sin embargo, el autor no existía. Era una creación colaborativa entre el filósofo italiano Andrea Colamedici y sistemas de inteligencia artificial generativa como ChatGPT y Claude.

Esta revelación no solo sorprendió a la comunidad académica, sino que puso en entredicho el modo en que legitimamos el conocimiento. ¿Puede una figura ficticia tener autoridad intelectual?

Para algunos, Xun fue una crítica conceptual al sistema de validación de ideas. Para otros, una estafa. Lo cierto es que sus reflexiones siguen siendo relevantes, incluso después de conocer su origen no humano.

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El concepto central del libro propone una forma de poder que actúa sobre la conciencia colectiva no a través de la censura, sino de la saturación emocional y la fragmentación de la atención.

La idea caló hondo entre lectores que vieron en ella una descripción certera del entorno digital contemporáneo, plagado de verdades parciales y ficciones seductoras.

Lejos de desmoronarse, la figura de Xun parece fortalecerse al ser reconocida como simulacro.

Su impacto demuestra que la procedencia de una idea puede importar menos que su capacidad de transformar nuestra visión del mundo.