La candidata demócrata Kamala Harris dejó en claro su postura sobre el fracking, afirmando a CNN: “como presidenta no voy a prohibir el fracking”.

Lo anterior es un cambio respecto a su posición en 2019, donde se mostraba abiertamente en contra de dicha práctica, considerada altamente contaminante en la extracción de petróleo.

El cambio de rumbo parece estar alineado con la necesidad de atraer electores en el estado clave de Pensilvania, donde la industria del gas natural tiene una gran influencia.

La decisión de Harris ha generado optimismo entre los defensores de los combustibles fósiles y los multimillonarios del sector, quienes han intensificado sus esfuerzos de cabildeo para modificar o suavizar las posturas del Partido Demócrata en temas que van desde la expansión de la explotación petrolera hasta la imposición de nuevos impuestos a los ultrarricos.

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El ciclo electoral de 2024 está proyectado para costar más de 7 mil millones de dólares, con más de mil millones de ese total proveniente de solo alrededor de 100 individuos.

La revista Barron’s, especializada en el sector financiero, señala: “Es demasiado temprano para saber qué efecto tendrán estas mega donaciones sobre las políticas del próximo presidente, aunque las contribuciones de gran dinero han influido en los formadores de políticas en el pasado”.

Con la reorientación en su enfoque, Harris y sus competidores, incluido el expresidente Donald Trump, se enfocan en resaltar el apoyo de donantes pequeños, mientras que la narrativa sobre las elecciones de 2024 se configura cada vez más como una “batalla de los multimillonarios”, cuyos patrimonios superan los mil millones de dólares.