“La cuota por caja”: la extorsión que aprieta al aguacate michoacano desde el empaque
evangelio | 25 junio, 2025

El empaque, que debería ser la etapa final del éxito agroexportador, se ha convertido en un nuevo punto de asfixia para la industria del aguacate en Michoacán. La violencia que antes se concentraba en las huertas o los caminos ahora se instala entre bandas transportadoras, cámaras de refrigeración y líneas de sellado.

Durante 2025, empresarios del sector han denunciado un repunte en el cobro de extorsiones dentro y fuera de los centros de empaque. Se trata de pagos exigidos de forma sistemática: cuotas por cada kilo, por cada caja movilizada, por permitir la operación o incluso por garantizar que el aguacate llegue intacto al puerto de salida.

Estas cuotas, que pueden oscilar entre cinco y 20 pesos por caja, impactan directamente los márgenes de ganancia y alteran el equilibrio del mercado. Algunos productores han optado por absorber el costo como parte del proceso. Otros lo trasladan al precio de exportación. Y hay quienes, simplemente, han dejado de empacar por miedo o por inviabilidad financiera.

“El empaque ya no es una zona segura”, reconoce un exportador que opera entre Uruapan y Peribán. “Hoy el riesgo no está solo en la carretera, está dentro del proceso mismo”. Las amenazas han obligado incluso a modificar turnos nocturnos, cerrar centros temporalmente o limitar la contratación de personal nuevo.

Más allá de lo económico, el problema comienza a generar repercusiones diplomáticas. Autoridades internacionales observan con creciente preocupación la falta de garantías en la cadena de suministro mexicana. La integridad del producto, la seguridad del personal extranjero y la trazabilidad del empaque están bajo evaluación constante. No se trata solo de reputación, sino de riesgo sistémico.

Pese a que el aguacate sigue posicionándose como uno de los productos estrella de exportación, con acceso privilegiado a mercados como Estados Unidos, Canadá, Japón o Europa, la amenaza del cobro criminal se vuelve una sombra estructural que recorre el mismo trayecto que la fruta: desde el corte en la huerta, hasta la caja rotulada con destino al extranjero.

Mientras las cifras oficiales muestran récords de producción y comercio, las voces del sector coinciden en que operar en Michoacán es cada vez más una estrategia de supervivencia que de negocio. El crimen no aparece en los reportes de exportación, pero cobra por cada caja que cruza la banda.

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