La economía de la ansiedad: cómo el estrés colectivo moldea el consumo, la política y la vida urbana
evangelio | 6 diciembre, 2025

Durante años se habló del estrés como un fenómeno individual, un malestar silencioso que afrontaba cada persona desde su propia trinchera. Hoy esa lectura quedó superada. La ansiedad se convirtió en un motor que reorganiza ciudades, transforma decisiones económicas y reconfigura la política. México vive uno de los incrementos más pronunciados de trastornos relacionados con estrés crónico en América Latina, un fenómeno ligado a la inseguridad, la precariedad laboral, la saturación urbana y la volatilidad económica.

 

En las ciudades, la ansiedad ya se expresa en el consumo. Aumentan los gastos en productos que prometen control, bienestar inmediato o evasión: desde suplementos y servicios de relajación hasta plataformas digitales que ofrecen soluciones instantáneas a problemas cotidianos. El mundo laboral también responde a este estado emocional extendido. Las empresas reportan incrementos en ausentismo, rotación y renuncias por agotamiento, mientras millones de trabajadores viven bajo contratos inestables o esquemas informales que dificultan cualquier expectativa de estabilidad.

 

La política tampoco escapa de este fenómeno. La desconfianza en instituciones aumenta cuando la población percibe que las autoridades no pueden garantizar seguridad, acceso a vivienda o servicios básicos. La ansiedad colectiva se vuelve un terreno fértil para discursos que prometen certezas rápidas, aunque no siempre sustentadas. El clima de tensión permanente reconfigura incluso la interacción cotidiana: más personas evitan espacios públicos en determinados horarios, se retraen de actividades comunitarias y reorganizan su movilidad en función del miedo.

 

El desafío para México y el mundo no es solo atender la salud mental, sino comprender cómo la ansiedad se convirtió en un elemento estructural que influye en la economía, la vida urbana y la gobernanza. La sociedad ha cambiado y cada indicador, desde vivienda hasta movilidad y productividad, está mostrando las huellas del estrés como fuerza transformadora.

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