La evolución del entendimiento sobre el origen de la vida
evangelio | 9 marzo, 2025

A lo largo de los siglos, la humanidad ha intentado desentrañar el misterio del origen de la vida, surgiendo teorías que variaban entre lo curioso y lo absurdo.

Una de las ideas más llamativas fue la del homúnculo, que surgió en el siglo XVII, propugnando que cada espermatozoide albergaba un ser humano miniatura.

Esa noción llevó a la rivalidad entre “espermistas” y “ovistas”, y aunque reflejaba las creencias religiosas de la época, no logró explicar fenómenos como la variabilidad genética.

El verdadero avance en la comprensión del desarrollo embrionario se produjo con la invención del microscopio, y con pioneros como Antonie van Leeuwenhoek, que al descubrir los espermatozoides en 1677, abrieron la puerta a nuevas teorías.

En el siglo XIX, la embriología se consolidó gracias a científicos como Wilhelm His y Franklin Mall, quienes instauraron la Colección Carnegie para estudiar embriones.

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La revolución genética del siglo XX permitió comprender con mayor profundidad los procesos de desarrollo humano.

Hoy, la embriología no solo esclarece cómo nos formamos, sino que también impulsa tecnologías como la reproducción asistida y la edición genética.

Desde la antigua creencia de que los bebés se formaban espontáneamente y que la adopción era la única labor de los padres, hasta las complejidades de la mitosis y la meiosis —procesos biológicos que permiten la reproducción sexual y generan diversidad genética—, la ciencia ha recorrido un largo camino.

La meiosis, en particular, es clave en la formación de células sexuales únicas, esenciales para la variabilidad genética, un fenómeno imprescindible para la evolución de las especies.

Con estas bases, la embriología contemporánea es una disciplina científica que sirve como un espejo del propio desarrollo humano, reflejando el intrincado tejido de nuestra biología y de la vida misma.

 

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