El color del cabello es una característica distintiva que varía entre las personas, desde el rubio hasta el negro, pasando por el castaño y el rojo.

Esa diversidad se debe a la presencia y cantidad de un pigmento crucial llamado melanina, responsable de dar color al cabello y la piel. La melanina está determinada por complejas interacciones genéticas, aunque aún se conoce poco acerca de la mayoría de los genes involucrados.

En el caso de la eumelanina, un tipo de melanina, su presencia en gran cantidad resulta en cabello negro, en moderada cantidad en cabello castaño, y en poca cantidad en cabello rubio.

Por otro lado, la feomelanina, otro pigmento, es el responsable de la tonalidad pelirroja en las personas; aunque la mayoría de la población mundial, más del 90 %, presenta cabellera castaña o negra.

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Es interesante notar que la tonalidad puede transformarse a lo largo de la vida. Por ejemplo, en personas de ascendencia europea, el cabello claro tiende a oscurecerse con el tiempo.

Algunos niños rubios ven un cambio hacia tonos más oscuros al llegar a la adolescencia, probablemente debido a la activación de ciertas proteínas relacionadas con el pigmento del cabello durante el crecimiento, posiblemente en respuesta a cambios hormonales en la pubertad.

Por otra parte, la aparición de canas es un proceso natural que afecta a casi todos en cierto punto de la vida. A medida que los folículos pilosos envejecen, producen menos pigmento, lo que resulta en cabellera grisácea que suele manifestarse alrededor de los 35 años. Sin embargo, la genética juega un papel crucial en determinar cuándo y en qué medida aparecen las canas.

Finalmente, el estrés puede desempeñar un papel en la aparición de canas prematuras debido a una condición llamada efluvio telógeno, que acelera la caída del cabello y puede contribuir a un proceso de regeneración más rápido en el que el cabello nuevo crece de forma gris.