La historia detrás de las uvas de Año Nuevo
evangelio | 31 diciembre, 2024

Desde hace más de un siglo, la noche del 31 de diciembre se llena de campanadas y de uvas, y aunque se ha popularizado como un ritual esencial para despedir el año, la tradición podría tener sus orígenes mucho antes de lo que se cree.

Los periódicos españoles de 1882 ya hacían eco de esa costumbre, sugiriendo que el excedente de uvas en 1909 solamente fue un catalizador para una práctica que se iba gestando.

Según una teoría, la tradición comenzó en 1882, cuando un grupo de madrileños, al ver que la aristocracia celebraba con champán y uvas, decidió burlarse de la distinción social al acudir a la Puerta del Sol para degustar las uvas mientras sonaban las campanadas.

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Esa ironía de las clases populares, conocidas como chulapos, empezó a ganar popularidad y en el proceso se consolidó como un símbolo de buena suerte.

Ya en 1894, el periódico “El Siglo Futuro” se refería a las uvas como “bienhechoras”. En menos de una década, la costumbre había cruzado fronteras, llegando hasta Tenerife en 1903 y extendiéndose rápidamente por toda España.

A pesar de su origen burlesco, la tradición fue tan absorbente que en 1907 se lamentó que se hubiera asentado tan fuertemente en la sociedad.

La uva, símbolo de fortuna y espiritualidad, representa la abundancia, especialmente en un momento del año donde se celebra un nuevo comienzo.

Al igual que en otras culturas, donde los alimentos juegan un rol importante para invocar el bienestar, el ritual de las 12 uvas se convierte en un legado que trasciende generaciones, recibiendo al nuevo año con optimismo y alegría.

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