En medio del devastador conflicto en Gaza, donde el bombardeo israelí ha resultado en la muerte de casi 40 mil civiles, surge una pregunta sobre la representación del conflicto en los medios de comunicación occidentales.

A menudo, la narrativa que predomina en esos espacios parece favorecer inherentemente la perspectiva israelí, en un contexto donde el Estado israelí justifica su ofensiva como un acto de “autodefensa” frente a los ataques de Hamás del 7 de octubre.

La percepción pública se ha convertido en un campo de batalla fundamental para Israel, que es plenamente consciente de que esa percepción moldea la realidad de la opinión internacional.

De acuerdo con varios analistas, la estrategia israelí no se limita a la acción militar; se extiende a una elaborada maquinaria de propaganda capaz de contrarrestar la condena internacional y la creciente solidaridad con el pueblo palestino.

La “hasbará”, que significa “explicación” en hebreo, es una técnica de diplomacia pública implementada por Israel que interrelaciona la guerra de información con sus objetivos estratégicos.

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Ese enfoque se concibe como una prioridad en la política exterior israelí, buscando no solo mantener una imagen positiva del país en el escenario mundial, sino también formar la narrativa que rodea el conflicto.

A diferencia de la censura, la hasbará no busca obstaculizar el acceso a información contradictoria, sino más bien promover una “escucha selectiva”, limitando la receptividad del público a ciertos tipos de información.

De ese modo, intenta moldear el entendimiento del conflicto entre diplomáticos, políticos y el público general, utilizando múltiples canales, incluidos medios de comunicación, institutos de investigación, universidades y ONG.

Israel ha potenciado esa estrategia ofreciendo becas y subvenciones para aquellos que fomentan la defensa del país. Desde periodistas hasta blogueros, la hasbará ha creado una red activa de defensores que trabajan incansablemente para presentar una imagen favorable de Israel ante el mundo.

La capacidad de una nación para controlar su imagen en el ámbito internacional es poderosa, y en el caso de Israel, se manifiesta mediante un entramado de estrategias que buscan perpetuar una visión específica en medio de un doloroso conflicto armado.