La tortilla de papa es un símbolo que captura la esencia de la cocina española, con una sencilla pero deliciosa combinación de papa, huevos y, opcionalmente, cebolla, que se ha convertido en un estandarte de su gastronomía.

La historia de la tortilla de papa se remonta a finales del siglo XVI, con la llegada de la papa a España tras su descubrimiento en América.

Aunque su potencial nutritivo fue reconocido, el tubérculo fue inicialmente recibido con escepticismo, utilizándose más como forraje para animales que como alimento para humanos.

El primer testimonio documentado que menciona el uso de papas en la elaboración de tortillas data de 1767, gracias a Joseph Antonio Valcárcel, quien documentó su uso en “guisados y tortillas”.

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Eso indica que la combinación de papas y huevos en forma de tortilla ya era bien conocida en la España del siglo XVIII, pero antes de la llegada de la papa, los huevos habían sido protagonistas en diversas preparaciones culinarias, incluidas las tortillas.

Con el paso del tiempo, la papa logró integrarse en la cocina española, aunque no sin resistencia. Su textura y sabor ofrecieron una nueva dimensión a los platos, y la tortilla de patatas comenzó a ganar popularidad.

Figuras como Joseph de Tena Godoy y el Marqués de Robledo experimentaron con el tubérculo en su búsqueda de soluciones alimenticias económicas durante las frecuentes hambrunas, mezclándolo con huevos para crear un plato sustancioso y nutritivo.

Hoy en día, la tortilla de papa está rodeada de debates, sobre todo en lo que respecta a la inclusión de la cebolla; mientras que algunos puristas defienden la versión “auténtica”, que prescinde de ese ingrediente, otros argumentan que la cebolla aporta una dulzura y textura que eleva el plato a nuevas alturas.

La tortilla de papa ha evolucionado desde sus humildes orígenes hasta convertirse en un símbolo indiscutible de la gastronomía española, uniendo generaciones y culturas a través de su simplicidad y sabor.