Aunque las herramientas digitales dominan el mundo y se encuentran al alcance de una gran parte de las sociedades civilizadas, las bibliotecas siguen resistiendo al paso del tiempo, se niegan a extinguirse y aparecen como esos espacios en donde, más allá de los libros, se construye comunidad.
La coordinadora estatal de la Red de Bibliotecas Públicas en Michoacán, Natalia Reza Rodríguez, les pronostica una larga vida a estos sitios porque argumenta que el lenguaje es un elemento fundacional de la sociedad, y en ese sentido, las bibliotecas se vuelven claves para que continue el desarrollo.
“Son estos espacios comunitarios en donde se fomenta la oralidad, la escritura y la lectura en todas las edades”, expresa a Evangelio y complementa que las bibliotecas son un lugar de tranquilidad y de escucha activa donde caben todos, sin discriminaciones de por medio.

Con 202 bibliotecas activas en los 113 municipios de la entidad, y con múltiples programas que se desarrollan a lo largo del año, la funcionaria deja ver que es un mito esa idea en la que se cree que las bibliotecas ya no son utilizadas, o peor aún, que han sido desechadas con la presencia del internet.
“Yo siempre les digo que a lo mejor la percepción tiene que ver con la masividad a la que de repente nos acostumbramos por los eventos al aire libre, como son los conciertos o funciones, porque no vas a entrar a una biblioteca y vas a ver a 300 u 800 personas sentadas leyendo al mismo tiempo. Pero sí tenemos mucha afluencia, por ejemplo nuestras estadísticas mensuales como Red van de los 32 mil a 34 mil usuarios al mes”, enfatiza.
Por otra parte, precisa que hay bibliotecas, como la central que se ubica en Morelia, donde la afluencia de usuarios al mes ronda las mil personas, de tal suerte que, en cuestión de numeraria, supera a las que se encuentran en las comunidades o localidades más pequeñas.
Sin embargo, aclara que esto no opaca el modelo exitoso que han sido las bibliotecas en las comunidades, donde los espacios se desenvuelven con un significado distinto, ya que van más en el sentido del abrazo, la pertenencia y el involucramiento comunitario.

Al respecto, Natalia Reza comparte que, como parte del proceso de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas de Michoacán, han ido cubriendo, a través de estos espacios, las necesidades que las mismas comunidades demandan.
Un ejemplo de lo anterior, es que hay sitios donde se percatan que la mayoría de los usuarios son de la tercera edad, por lo que a este sector poblacional se les invita a las bibliotecas a tejer mientras el bibliotecario les lee una novela.
“También hay bibliotecas en donde la afluencia de ciertos sectores culturales es muy fuerte, como el gremio de los pintores. Entonces, tenemos espacios donde todos los meses hay exposiciones pictóricas”, acotó.
Otro ejemplo, abundó, es lo que sucede en Cherán, donde los niños solicitan colecciones bilingües para que puedan leer en su lengua natal, es decir el purépecha. “Entonces sí creo que el lazo comunitario es distinto cuando las comunidades son pequeñas a que cuando estamos en ciudades grandes como Morelia”.

Ante la pregunta de qué ofrece una biblioteca que nunca podrás encontrar en internet, la coordinadora considera que en estos lugares siempre se descubren tesoros porque los acervos que existen son muy diversos, además de que los propios inmuebles muchas veces son patrimonios históricos.
“Otra cosa es que es admirable la dedicación que los bibliotecarios y las bibliotecarias le dan a sus áreas. Conoces a personas que están enamoradas de los libros; llegas y te invitan, te preguntan qué quieres hacer, qué estás buscando, te invitan a un taller. La parte social en donde tú llegas y te encuentras una comunidad con la que compartes gustos, con la que compartes tradiciones, con la que compartes también un imaginario de un futuro posible, pues eso también nos alimenta de una manera maravillosa, y eso difícilmente lo vas a encontrar en el celular”, concluye.

La biblioteca como experiencia
Para la directora de la Biblioteca Galeería y gestora cultural, Tania Castro Cambrón, las bibliotecas ya no pueden ser lugares individualizados, sino que deben ser espacios de recreación y encuentro, que se muevan conforme a la sociedad, y donde se generen actividades en las que se promueva el diálogo y el intercambio.
Atrás quedaron los tiempos en los que el silencio predominaba en las bibliotecas, y en el que incluso había que caminar sigilosamente por los pasillos para no molestar a nadie. Para Tania, estamos viviendo una etapa de transición en el que el aislamiento ya no es una opción.
En este sentido, a nueve años de haberse conformado Galeería, resalta que una de sus filosofías principales es la de priorizar la experiencia, lo que significa que no son una biblioteca convencional que se rija por el estándar tradicional, sino que buscan que las personas quieran volver porque ven un espacio vivo y en movimiento.
“Creo que también hay muchos discursos y todavía hay mucha gente que se mantiene con este estándar tradicional de la biblioteca, sin embargo, creo que poco a poco lo hemos ido cambiando, y tanto la gente lo va pidiendo como las bibliotecas lo van ejecutando”, refiere.
Ubicada en el Colegio de Morelia, al norte de la ciudad, esta biblioteca, aunque es de índole privada, ofrece su servicio de manera gratuita, y a decir de Tania Cambrón, el año pasado registraron una afluencia de casi 5 mil lectores.
“Me parece que la gente sigue yendo a las bibliotecas, no tengo suficiente información como para decirte que sí sé que van a todas las bibliotecas, pero sé que se están haciendo cosas justamente para poder atraer más a las personas, pero lo que sí no se ve y que creo que es importante que se visibilice, es que la gente vuelve a las bibliotecas”, expone.
Asimismo, califica como un mito la percepción de que la gente no lee, dado que argumenta que lo que no se tiene es todos los registros reunidos para poder interpretar cuánta gente está leyendo, de tal forma que alerta sobre la necesidad de unificar la manera en la que se está percibiendo la lectura o las bibliotecas en México.
“También hay que reconocer aquello que las cifras no muestran, como cuántas veces regresa el usuario, cuántos libros se llevan, cada cuándo regresa, cuándo se los lleva, a cuántas familias se los llevan. Es decir, a veces acá en la biblioteca vienen las mamás, pero se están llevando libros para tres personas, no nada más para ellas”, subraya.
Para aterrizar en datos duros lo expuesto, la directora puntualiza que, durante el 2024, en Galeería tuvieron 4 mil 856 visitas a la biblioteca, 2 mil 382 participaciones en las actividades, mil 952 libros leídos, y siendo el mes de febrerocuando más se leyó con 283 libros, además de que se prestaron mil 036 libros infantiles.
Hablando de estatus sociales, Tania Cambrón no recula al afirmar que en este país comprar un libro es un privilegio; por ello, visualiza a las bibliotecas como lugares que no discriminan el salario de las personas, ya que te ofrece la lectura indistintamente.
“Las bibliotecas te otorgan la posibilidad de poder encontrarte, de poder encontrar más cosas, de informarte, de formarte, de cuestionarte sin exigirte que lo compres o que tengas el último libro bestseller, que no es nada en contra de ellos, pero también tienes la oportunidad de encontrar contrastes con otras épocas literarias”, resalta.
Finalmente, a través de la experiencia en el mundo de los libros, añade que el adentrarse a los acervos literarios es la oportunidad invaluable de acompañarse de otros que ya se encuentran habitando las bibliotecas.