Los constantes cambios han puesto a prueba la resiliencia de las empresas, que deben adaptarse a fenómenos como el cambio climático, ciberataques y nuevos requerimientos sociales.

La falta de adaptación no solo impacta negativamente en la operatividad, sino que también puede convertirse en un obstáculo para atraer inversiones y talento.

De acuerdo con Aon, la atracción de talento se ha posicionado como el cuarto riesgo empresarial a nivel mundial, revelando la evolución de la percepción sobre los riesgos tradicionales.

En su Informe de Tendencias de Clientes 2025, Aon identifica cuatro megatendencias que marcarán la pauta para las organizaciones: comercio, tecnología, clima y fuerza laboral.

El comercio enfrenta dificultades debido a la inestabilidad geopolítica y la inflación, lo que conlleva riesgos como interrupciones en la actividad y fallos en la cadena de suministro.

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Integrar los principios de sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza (ESG) no es solo una estrategia, sino una necesidad imperante para aquellas empresas que buscan inversión y reputación en el mercado.

En el ámbito tecnológico, aunque los avances impulsan la competitividad, también requieren inversiones en ciberseguridad para prevenir ataques. Empresas que ignoran la importancia de la inteligencia artificial en la protección conllevan pérdidas estimadas en 5.4 millones de dólares.

Los cambios climáticos generan un impacto directo en las operaciones, es por eso que las empresas deben ser proactivas ante desastres naturales y buscar una transición hacia cero emisiones como un deber ético y como una estrategia que beneficia sus operaciones y reputación.

Finalmente, la lucha por el talento se intensifica. Las nuevas generaciones demandan flexibilidad, propósito y equidad en salarios, lo que obliga a las empresas a innovar y crear propuestas atractivas.