Las lentejas y los guisantes buscan salir de la sombra de las alubias y reclamar su sitio como alimentos clave en la mesa. Un informe del Comité Asesor de Guías Alimentarias 2025 en Estados Unidos destaca que estas legumbres, ricas en proteínas, fibra y antioxidantes, deberían ocupar un lugar central en la dieta.
A pesar de que son básicos en cocinas como la india o la de Medio Oriente, en Estados Unidos su consumo es limitado: apenas 2.2 kilos por persona al año, frente a los 27 kilos de pollo y carne.
Expertos como Christopher Gardner, de la Universidad de Stanford, consideran que es un error seguir relegándolos, cuando media taza de lentejas cocidas aporta 12 gramos de proteína y beneficios directos en la regulación de la glucosa y la salud cardiovascular.
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Los estudios científicos también respaldan su potencial. Investigaciones en Italia y en Estados Unidos vinculan su consumo con menores tasas de enfermedades cardíacas, envejecimiento y resistencia a la insulina.
Los guisantes, además, poseen compuestos que protegen los riñones y ayudan a combatir inflamaciones, lo que los convierte en aliados de primera línea en la prevención de males crónicos.
En la cocina, la versatilidad de estas legumbres es evidente. Desde sopas rápidas hasta guarniciones sofisticadas, las lentejas y guisantes se adaptan a múltiples recetas sin necesidad de largos procesos de preparación.
Con precios accesibles y alto valor nutricional, podrían convertirse en la proteína del futuro, desplazando a carnes y aves en un escenario de creciente interés por lo vegetal y sostenible.