El 29 de julio de 2024, la Zona Arqueológica de Ihuatzio, en Michoacán, sufrió un derrumbe significativo en una de sus estructuras emblemáticas, debido a las fuertes lluvias que azotaron a la región, reportó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El colapso parcial ocurrió en la fachada sur de una de las pirámides construidas hace alrededor de mil 100 años por la civilización purépecha.
En un comunicado, el INAH detalló que “la noche del 29 de julio, las precipitaciones acumuladas superaron los niveles normales, lo que provocó el desmoronamiento de la parte central de la fachada sur de uno de los basamentos piramidales de Ihuatzio”.
Y agregó que el aumento de temperaturas previas a las lluvias había generado grietas en la estructura, facilitando la filtración de agua que debilitó el edificio.
El 30 de julio, un equipo del Centro INAH Michoacán llegó al sitio para realizar una inspección detallada de los daños. Los especialistas confirmaron que al menos seis niveles del Basamento Sur se comprometieron, afectando tanto el muro exterior como el núcleo interno de la pirámide.
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Las labores de restauración están en curso, con el objetivo de reparar los daños visibles y reforzar la estructura afectada.
Ihuatzio, junto con las ciudades de Pátzcuaro y Tzintzuntzan, fue una de las principales urbes del imperio purépecha, conocido por su resistencia ante la expansión mexica.
Este complejo arqueológico es notable por sus huatziri (caminos elevados) y su Plaza de Armas, que alberga dos estructuras piramidales denominadas yácatas. La ciudad destaca por su gran extensión, en comparación con otros asentamientos alrededor del lago Pátzcuaro, y es conocida por la presencia de esculturas monumentales, como los Chac Mool y un coyote, descubiertos en 1908.
En su apogeo, Ihuatzio cubría unas 150 hectáreas y contaba con 84 estructuras identificadas, aunque solo siete están abiertas al público. Estas pirámides se utilizaban en ceremonias religiosas y rituales, incluyendo sacrificios humanos en honor a deidades como Curicaueri, el “Gran fuego”.
El reciente colapso generó preocupación entre los descendientes de los purépechas, quienes ven el incidente como una señal ominosa. Según sus creencias ancestrales, eventos de esta índole se interpretaban como manifestaciones del descontento de los dioses, especialmente en épocas de cambios trascendentales.
Fotos: Iván Villanueva/Contraluz