Los rostros de Yamal: la mirada de Natasha Yankelevich sobre una región marcada por el clima y la historia
evangelio | 16 diciembre, 2025

La península de Yamal se ubica en el extremo norte de Siberia, dentro del distrito autónomo Yamalo-Nenets, una región que se adentra en el océano Ártico y que permanece cubierta de hielo gran parte del año. Las temperaturas invernales pueden descender por debajo de los −40 grados Celsius y el suelo permanece congelado de forma permanente debido al permafrost. En este entorno extremo viven comunidades humanas desde hace miles de años.

 

Ese vínculo entre territorio, historia y cuerpo es el eje del trabajo de la fotógrafa Natasha Yankelevich, quien documentó a habitantes de Yamal a través de una serie de retratos centrados en el rostro. A diferencia de la representación habitual de Siberia como un paisaje vacío o inhóspito, su proyecto coloca a las personas en el centro y observa cómo el entorno ha influido en su apariencia y forma de vida.

Yamal ha sido históricamente un territorio de paso y de mezcla. Allí habitan pueblos indígenas como los nenets, una de las comunidades nómadas más grandes del Ártico, conocidos por la cría de renos y sus desplazamientos estacionales a lo largo de cientos de kilómetros. De acuerdo con datos oficiales de Rusia, los nenets representan una parte significativa de la población indígena de la región, que convive hoy con asentamientos urbanos ligados a la industria energética.

La región es, además, una de las zonas más estratégicas del mundo en términos económicos. En Yamal se concentran algunos de los mayores yacimientos de gas natural del planeta, lo que ha impulsado el desarrollo de infraestructura industrial, ciudades nuevas y rutas logísticas en un territorio históricamente habitado por comunidades nómadas. Este contraste entre tradición y modernización atraviesa también a la población local.


En ese contexto, los retratos de Yankelevich adquieren un valor documental. Los rasgos físicos que aparecen en sus fotografías no se presentan como curiosidades estéticas, sino como resultado de procesos históricos y ambientales de largo plazo. Ojos más rasgados que protegen del viento y de la nieve, piel muy clara adaptada a la escasa radiación solar durante los largos inviernos, pómulos marcados asociados a una adaptación progresiva al frío extremo. El cuerpo como archivo biológico del territorio.

El enfoque de la fotógrafa evita el exotismo y la dramatización. No hay escenas construidas ni gestos forzados. Las personas retratadas aparecen con una expresión directa, sobria, cotidiana. El resultado es una representación de Siberia que se aleja de los estereotipos y muestra una región habitada, con continuidad humana, donde el entorno no es solo fondo, sino una fuerza constante que moldea identidades.

A través de estas imágenes, Yamal deja de ser únicamente un punto remoto del mapa o un sinónimo de frío extremo. Se presenta como un espacio donde la historia, el clima, la economía y la cultura han dejado marcas visibles en quienes lo habitan. La fotografía funciona así como un registro que conecta cuerpo, territorio y tiempo sin necesidad de recurrir a narrativas grandilocuentes.

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