“Manifiesto del Séptimo Arte”: La piedra angular del cine como arte independiente
evangelio | 11 septiembre, 2024

A principios del siglo XX, el cine se encontraba en sus primeras etapas de desarrollo, limitándose mayormente a la exhibición de cortometrajes y las proyecciones en ferias y espectáculos populares.

En aquel entonces, no era considerado una forma artística legítima. Pero en 1911, el crítico y teórico italiano Ricciotto Canudo cambiaría esa percepción con su obra fundamental, el “Manifiesto del Séptimo Arte”.

Canudo fue uno de los pioneros en la conceptualización del cine como arte independiente, y planteó que el cine debía ser clasificado como el “séptimo arte”, junto a formas más tradicionales como la pintura, escultura, música, poesía, danza y arquitectura.

Molesto por la utilización del término “séptimo arte” por la industria cinematográfica estadounidense, a la que consideraba como “vacía” y movida únicamente por intereses comerciales, el italiano fue más incisivo para transmitir sus reflexiones a más personas.

Ese enfoque no solo buscaba elevar al cine a un estatus artístico, sino también establecer su identidad única, digna de estudio y análisis; incluso más allá, perfilando al cine como “el arte total”.

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En el “Manifiesto del Séptimo Arte”, Canudo define los elementos que componen el cine, destacando su capacidad para amalgamar aspectos de las artes visuales y escénicas.

Subraya la importancia de la movilidad y el tiempo, elementos que diferencian al cine de otras disciplinas artísticas.

El director también introduce el concepto de “poesía cinemática”, resaltando cómo las imágenes en movimiento pueden evocar emociones y contar historias de una manera singular y distinta a las demás formas de arte.

Las implicaciones de esas ideas fueron profundas y transformadoras. La reivindicación del cine por parte de Canudo ayudó a reconfigurar su imagen, transitando de ser visto como un simple entretenimiento a ser reconocido por su propia estética y complejidad artística.

Ese cambio de perspectiva atrajo mayor respeto y atención hacia el cine, y eventualmente, cineastas, críticos y teóricos abrazarían esa visión, considerándolo como un arte legítimo y sentando las bases para el desarrollo y estudio de una forma de expresión que continúa en evolución.

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