Con bajos salarios, escasa vocación inicial y una creciente carga de desafíos, México enfrenta una crisis educativa que amenaza la calidad del sistema y la formación de nuevas generaciones.

Según el más reciente Informe mundial sobre el personal docente de la Unesco, el país se encuentra entre los más afectados por la escasez de maestros, situación que se agrava con la falta de políticas efectivas de profesionalización, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el aula y la urgencia de formar ciudadanos capaces de contribuir al desarrollo sostenible.

En América Latina y el Caribe, México ofrece el salario docente más bajo en proporción al PIB, con apenas 632 dólares mensuales.

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Solo el 67 % de los profesores afirma que la docencia fue su primera opción profesional, y la insatisfacción es mayor entre quienes trabajan con niños en situación de vulnerabilidad, de acuerdo con el informe.

A escala mundial, se estima que para 2030 serán necesarios 3.2 millones de nuevos docentes en la región para lograr una matrícula universal en primaria y secundaria.

El problema central no es solo la falta de infraestructura educativa, sino también la necesidad de fortalecer las capacidades del personal frente a grupo.

Aunque México ha logrado avances, como la regularización de 800 mil docentes sin plaza,  aún se requieren políticas más profundas que aseguren formación continua, condiciones laborales dignas y reconocimiento profesional.

El panorama se ensombrece en países con alto crecimiento poblacional, donde la presión es abrir más plazas sin comprometer la calidad.

En regiones como América Latina, el reto es retener a los docentes y devolverles el prestigio perdido.