Mictlán: así era el inframundo mexica y estas eras sus 9 regiones
evangelio | 2 noviembre, 2024

Según la cosmovisión mexica, el Mictlán es el lugar donde van los muertos, es decir, el destino final de las “esencias” o almas.

El antropólogo Eduardo Matos Moctezuma señala que el largo camino que los muertos deben recorrer al Mictlán, está compuesto por nueve sitios o pasos y el viaje dura cuatro años.

El viaje comenzaba en el Itzcuitlán, en esta región los muertos debían cruzar el ancho río Apanohuacalhuia, con ayuda de un perro color bermejo, que era sacrificado para servir de acompañante.

Montados en el perro, los difuntos debían llegar ante el dios Xolotl a quien debían presentar las ofrendas con que habían sido enterrados.

Sin embargo, solo aquellos que habían sido buenos con los animales eran dignos de ser ayudados por el perro que les acompañaba.

Mientras que las almas indignas son condenadas a vagar por las aguas del río donde habita Xochitónal, una iguana gigante.

La región 2 es conocida como Tepectli Monamictlan, el “lugar donde se juntan las montañas”, este lugar es gobernado por el dios Tepeyollotl y las almas de los muertos debían atravesar en el momento justo un par de montañas que chocaban entre sí, para no ser aplastados. Tepeyollotl era considerado el dios y señor de los movimientos de la tierra, sismos y terremotos.

Iztepetl, la “montaña de obsidiana” es la región 3, en esta tercera región del Mictlán, las almas debían pasar por un cerro cubierto de filosos pedernales de obsidiana, los cuales podrían desgarrar los cadáveres de quienes buscaban cumplir su travesía rumbo al Mictlán, es gobernada por el dios Itztlacoliuhqui.

Mientras que la región 4, conocida como Cehueloyan, el “lugar donde hay mucha nieve”, es un sitio desolado de hielo y piedra abrupta. Se trata de una sierra con aristas cortantes compuestas de 8 collados en los que siempre cae nieve.

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La región 5: Paniecatacoyan o Pancuecuetlacayan, el “lugar donde la persona se voltea como bandera”, es un gran desierto donde no existe la gravedad y los difuntos estaban a merced del viento producido por el soplo del dios Mictlecayotl, dios del viento del norte.

Los vientos de la quinta región del Mictlán eran tan poderosos que podían llevarse los cuerpos de los muertos hacia la orilla o regresarlos al inicio de la zona.

En la región 6 o Timiminaloayan, el “lugar donde te flechan saetas”, las almas de los difuntos atravesaban un amplio sendero donde manos invisibles lanzaban flechas a los muertos con la intención de desangrarlos para que no pudieran continuar su camino.

Si lograban salir de la región 6 del Timiminaloayan, los muertos debían atravesar la 7 región del Mictlán, en la cual fieros jaguares atacaban a los pasantes hasta atraparlos y abrirles el pecho para extraer su corazón y ofrecerlo al dios Tepeyollotl, quien decidiría si el difunto era digno de continuar el camino al Mictlán.

En la región 8 o Izmictlan apochcalolca, el “lugar donde se tiene que cruzar agua”, ya sin corazón y con el permiso del dios Tepeyollotl, los muertos podían transitar a la octava región del Mictlán: el Izmictlan apochcalolca.

Era una zona donde se encontraba la desembocadura del río Apanohuacalhuia, y donde debían atravesar un extenso valle lleno de nueve hondos ríos, adyacentes al Apanohuacalhuia, al mismo tiempo que se experimentaban los nueve estados de la conciencia para así poder ingresar a la última región del Mictlán.

Por último, en la región 9 o Chicunamictlan, “lugar donde se tienen nueve aguas”, los muertos entraban a un sitio donde la niebla lo cubría todo y las almas ya no podrían ver nada.

Aquí era donde los difuntos debían desprenderse de toda su mortalidad, obligándolos a reflexionar sobre las decisiones y acciones en vida, para poder ingresar al Mictlán, donde serían recibidos por Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl, el señor y la señora de la muerte.

Ante la presencia de los regidores del inframundo, estos decían a los muertos:

“Han terminado tus penas, vete, pues, a dormir tu sueño mortal”.

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