Después de un complejo proceso electoral, los ciudadanos de la nación más poblada del mundo se vieron sorprendidos por los resultados de las elecciones parlamentarias.
Aunque el partido del primer ministro, Narendra Modi, no consiguió suficientes escaños para gobernar por sí solo, liderará el país por tercera vez gracias a su coalición aliada.
A pesar de lo anterior, la oposición logró reunir los votos necesarios para ser un contrapeso importante, algo que Modi no había enfrentado en sus anteriores mandatos.
Modi ha centrado su discurso en la población musulmana, retratándolos como una amenaza para la sociedad india y llegando a calificarlos como “infiltrados” y la “gente que tiene muchos hijos”.
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Aunque el populismo etnonacionalista de Modi le ha valido el poder durante una década, algunos expertos señalan que los problemas en materia laboral y económica están comenzando a minar su apoyo, demostrando que la ideología tiene límites en la realidad.
A pesar del notable progreso económico, la sociedad india se enfrenta a desafíos significativos de desigualdad social, con altas tasas de inflación, desempleo en aumento y una creciente brecha de ingresos que afecta principalmente a la población joven.
La administración de Modi ha sido criticada por priorizar el desarrollo en el norte del país, que es su principal base de apoyo político, en detrimento de otras regiones de la India.