Las lluvias del monzón han provocado una catástrofe en Pakistán, donde al menos 660 personas han muerto desde finales de junio, según la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres.

En la última semana, las precipitaciones golpearon con fuerza la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, que concentra 392 decesos y 150 desaparecidos.

El balance nacional también incluye 929 heridos, además de miles de damnificados que han perdido viviendas, puentes y ganado tras riadas que los supervivientes describen como un muro de lodo y rocas.

En los distritos de Buner y Shangla, epicentros de la tragedia, los rescatistas avanzan a pie debido a la destrucción de carreteras.

Un total de dos mil efectivos participan en las labores de rescate, en un escenario en el que más de la mitad de las muertes fueron causadas por inundaciones repentinas y un 32 por ciento por el colapso de inmuebles.

La magnitud de la catástrofe revive el temor a nuevas tragedias mientras la temporada de monzones continúa.

El fenómeno meteorológico se desplaza ahora hacia las provincias de Punjab y Sindh, donde se encuentra Karachi, la ciudad más poblada del país, bajo alerta por lluvias intensas hasta el 20 de agosto.

La crisis recuerda a las devastadoras inundaciones de 2022, que dejaron más de mil 700 muertos y daños superiores a los 30 mil millones de dólares.