Morelia: entre el fuego y el silencio
evangelio | 18 abril, 2025

El viernes 18 de abril amaneció con humo en el poniente de Morelia. No era el humo cotidiano del tráfico ni el de las primeras fondas abriendo, sino uno más denso, más cruel, más conocido: el olor de la muerte carbonizada.

En un terreno baldío de la colonia Villas de la Loma, una vecina que paseaba a su mascota halló los cuerpos calcinados de dos personas. No gritó. Llamó a las autoridades. Y regresó a casa con los ojos vacíos.

Elementos de la Policía Morelia acordonaron la zona y notificaron a la Unidad de Servicios Periciales y Escena del Crimen (USPEC). Los peritos realizaron el levantamiento de los restos, que fueron trasladados al Servicio Médico Forense. Las víctimas permanecen sin identificar. Sin rostro. Sin historia.

El crimen fue deliberado. Las llamas no fueron accidente, sino estrategia. Calcinarlos es más que un método para eliminar pruebas: es una manera de borrarles la vida, de negarles el derecho al luto y a la memoria. Una forma de decir, sin palabras, que en ciertas zonas de la ciudad el miedo sigue teniendo el control.

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Villas de la Loma, como muchas otras colonias en la periferia de Morelia, vive entre dos ausencias: la del Estado y la de la esperanza. La seguridad en estas zonas es intermitente, insuficiente y, con frecuencia, simbólica. Cuando la autoridad aparece, ya es demasiado tarde. La ciudad lo sabe. Lo ha aprendido a golpes.

Las cifras lo confirman. Solo en el primer trimestre de 2025, Michoacán registró 518 homicidios dolosos, de los cuales más de 80 ocurrieron en Morelia, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. La capital del estado, lejos de ser refugio, se ha convertido en terreno de advertencias silenciadas y cadáveres sin voz.

La Fiscalía General del Estado ha iniciado una carpeta de investigación. Prometen esclarecer los hechos. Lo han dicho antes. Pero en barrios como este, las promesas no alcanzan, y la justicia suele llegar tarde, si es que llega.

Quemar un cuerpo no es solo eliminar una vida. Es declarar, con violencia, que aquí no hay reglas. Que el fuego manda donde la ley no pisa.

Y mientras la ciudad sigue su curso, Villas de la Loma despierta entre cenizas, con una certeza dolorosa: en Morelia, hay zonas donde ni siquiera los muertos descansan en paz.

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