Muere sobrino de Hipólito Mora en tiroteo registrado en La Ruana, Michoacán
evangelio | 1 noviembre, 2025

La Ruana vuelve a quedar en el centro del mapa de la violencia.

A poco más de un año del asesinato de Hipólito Mora Chávez, uno de los fundadores del movimiento de autodefensas en Michoacán, su sobrino Alejandro Torres Mora fue abatido durante un tiroteo registrado la madrugada de este viernes en la misma comunidad que lo vio levantarse en armas hace más de una década.

De acuerdo con los primeros reportes de la Fiscalía General del Estado, el ataque ocurrió alrededor de las 2:00 de la madrugada, cuando un grupo armado interceptó una camioneta particular y abrió fuego contra sus ocupantes. En el lugar murieron dos hombres; uno de ellos, Torres Mora, identificado por familiares en el sitio. La zona fue acordonada por la Guardia Civil y el Ejército Mexicano, que implementaron un operativo de búsqueda sin que hasta el momento se haya informado de detenciones.

La Ruana, oficialmente llamada Felipe Carrillo Puerto, ha sido escenario de enfrentamientos recurrentes desde que en 2013 se gestó ahí el movimiento de autodefensas. Lo que comenzó como una rebelión ciudadana contra el dominio del crimen organizado terminó años después fracturado, cooptado y con muchos de sus fundadores asesinados. El crimen de Hipólito Mora, ocurrido el 29 de junio de 2023, marcó un punto de quiebre: un líder ejecutado en su propio pueblo, pese a contar con escoltas estatales.

El asesinato de su sobrino reabre viejas heridas y pone en duda los resultados de la presencia militar en Tierra Caliente. A pesar de los refuerzos federales, la región se mantiene entre las más violentas del país. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Michoacán acumula más de 1 800 homicidios dolosos en lo que va de 2025, y Buenavista continúa entre los cinco municipios con mayor incidencia.

A once años del levantamiento de las autodefensas, la historia de La Ruana refleja el desgaste de una estrategia que nunca logró consolidar la paz. La violencia no se extinguió: simplemente cambió de forma y de rostro, manteniendo al mismo territorio atrapado entre el recuerdo del movimiento que desafió al crimen y la persistencia de un conflicto que el Estado aún no ha logrado contener.

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