Hezbollah confirmó ayer la muerte de su líder, Sayed Hassan Nasrallah, tras un devastador bombardeo israelí ocurrido anteayer cerca de Beirut, un hecho que provoca un recrudecimiento del conflicto regional y genera temores de una guerra a gran escala en Medio Oriente.
El ejército israelí, que ha declarado estar en alerta máxima, confirmó el deceso de Nasrallah, en un ataque que destruyó seis bloques de apartamentos, causando la muerte de al menos 11 personas y dejando a más de 100 heridos, según reportes de funcionarios de Salud.
Bajo la dirección de Nasrallah, un clérigo chií e influyente orador, Hezbollah ha sido un actor clave en el conflicto con Israel, liderando la guerra de desgaste que culminó con la retirada israelí del sur de Líbano en 2000.
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En los últimos años, la organización chií continuó desafiando a Israel, desplazando a unas 60 mil personas en diversas operaciones a lo largo de la frontera; sin embargo, Nasrallah había estado oculto la mayor parte del tiempo desde el año pasado, por temor a ser objetivo de ataques.
Además del líder de Hezbollah, se reportó la muerte de Ali Karki, comandante del frente sur de la organización, junto a otras figuras de alto nivel, incluidos oficiales iraníes, víctimas también del mismo ataque, confirmaron fuentes militares israelíes y medios estatales de Irán.
La noticia de la muerte de Nasrallah provocó que miles de personas se congregaran en las calles de Libia, donde se manifestaron tanto en llantos como en aclamaciones.
Los niveles de tensión en Beirut han aumentado, especialmente en los barrios que albergan refugiados chiítas. En contraste, la noticia generó celebraciones en Israel y en regiones de Siria que no están bajo el control del presidente Bashar al Assad.