Si a finales de 2023 el fentanilo encendía alarmas en Estados Unidos, hoy surge una amenaza aún más potente: los nitazenos. Estos opioides sintéticos, desarrollados en los años 50 y 60 por Ciba-Geigy como posibles analgésicos, han reaparecido en el mercado recreativo con efectos letales y una penetración acelerada en Europa.
A diferencia del fentanilo, los nitazenos se sintetizan fácilmente sin precursores controlados, su alta potencia facilita transporte y comercialización, y su estatus legal inicial los volvió atractivos económicamente.
Algunos son hasta diez veces más potentes que el fentanilo y cien veces más que la morfina, lo que convierte dosis mínimas en mortales.
Europa es la región más afectada, con drogas que llegan directamente desde Asia. Casos recientes demuestran la letalidad de su consumo inadvertido: jóvenes fallecieron tras ingerir pastillas falsificadas de medicamentos comunes que contenían nitazenos.
Además, la naloxona, utilizada para revertir sobredosis de otros opioides, no siempre es eficaz, aumentando la peligrosidad de estas sustancias.
La detección forense de nitazenos es compleja: no aparecen en ensayos rutinarios, requieren métodos analíticos de alta sensibilidad y la aparición constante de nuevos derivados dificulta su identificación.
Los expertos coinciden en que solo un enfoque multidisciplinar, con colaboración entre químicos, toxicólogos, farmacólogos, autoridades sanitarias y legisladores, puede enfrentar esta crisis emergente antes de que provoque consecuencias aún más graves.