Dos ataques perpetrados este jueves en Colombia desataron una nueva ola de violencia con saldo de al menos 13 muertos, entre ellos ocho policías, y decenas de heridos. Las autoridades atribuyeron los hechos a las disidencias de las FARC, aunque también señalaron vínculos con el Clan del Golfo.
El primer ataque ocurrió en Antioquia, donde un helicóptero policial, que transportaba personal destinado a erradicar cultivos de hoja de coca en Amalfi, fue blanco de hostilidades. Ocho agentes murieron y otros ocho resultaron heridos.
El presidente Gustavo Petro responsabilizó a facciones disidentes de las FARC, aunque en un inicio había acusado al Clan del Golfo.
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De manera paralela, en Cali explotó un vehículo cargado con explosivos cerca de la base aérea Marco Fidel Suárez. La alcaldía local informó que cinco personas perdieron la vida y 36 resultaron heridas, sin precisar si eran civiles.
Según Petro, la disidencia conocida como “columna Carlos Patiño” estaría detrás de este atentado, en respuesta a operativos militares en el Cañón del Micay, una de las zonas con más cultivos de coca en el país.
Los hechos ocurren en medio de la política de “paz total” que impulsa Petro, quien busca acuerdos de sometimiento con grupos armados como el Clan del Golfo.
Sin embargo, el recrudecimiento de la violencia refleja los límites de esta estrategia en un país que, según la ONU, alcanzó en 2023 un récord de 253 mil hectáreas de coca sembrada.