Los aliados de la OTAN decidieron suspender la aplicación del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) después de que Rusia abandonara el acuerdo tras la ofensiva militar que inició sobre Ucrania en febrero de 2022.
El Consejo Atlántico, órgano de decisión de la OTAN, condenó la decisión de Moscú y señaló que es el último ejemplo de las acciones rusas contra la seguridad euroatlántica.
La OTAN reconoció la valía del tratado, pero señaló que la salida de Rusia lo hace “insostenible” y confirmó la intención de los aliados firmantes a “suspender” su aplicación.
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Estados Unidos confirmó que suspenderá “la aplicación de todas las obligaciones que supone el tratado entre los firmantes a partir del próximo 7 de diciembre”.
El asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, denunció el “desprecio” de Rusia hacia el control de armamento y reafirmó el compromiso de Washington con este tipo de acuerdos a pesar de la decisión tomada.
Por su parte, Rusia se desligó formalmente del FACE, argumentando que la aplicación del tratado era “inaceptable” desde el punto de vista de su seguridad, responsabilizando ese paso a “la responsabilidad directa de los países de la OTAN al incitar al conflicto en Ucrania” y la adhesión a la OTAN de Finlandia y la eventual entrada de Suecia.