Miles de palestinos han huido del norte de la Franja de Gaza tras la orden de evacuación emitida por Israel en medio de crecientes tensiones en la región; la medida afecta a 1.1 millones de habitantes y ha generado preocupaciones por las posibles “consecuencias devastadoras” que podría acarrear.
El ejército llamó a “la evacuación de todos los civiles” de la ciudad de Gaza, hacia el sur “por su propia seguridad y protección” y lanzó impresos en árabe instando a los habitantes a abandonar “de inmediato” sus hogares.
El presidente palestino, Mahmud Abás, comparó el desplazamiento una segunda Nakba, haciendo referencia al exilio de 760 mil palestinos durante la guerra de 1948, que coincidió con la creación de Israel; en tanto, el primer ministro, Mohammed Shtayyeh, acusó a Israel de perpetrar un “genocidio”.
La Liga Árabe consideró que la orden de evacuación es un crimen que desafía la comprensión, y en varios países de la región, miles de personas se manifestaron en apoyo a los palestinos.
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El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, pidió a Israel que adopte “todas las precauciones posibles” para evitar la muerte de civiles, mientras que el presidente ruso, Vladimir Putin, consideró “inaceptable” el asedio contra Gaza y lo comparó con el sitio de los nazis a la ciudad soviética de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió destruir a Hamás después de reunirse con Blinken.
Según la agencia humanitaria de la ONU, OCHA, más de 423 mil personas han sido desplazadas en el territorio palestino, y la población de Gaza enfrenta escasez de agua, electricidad y alimentos debido al asedio impuesto por Israel.
Algunos habitantes han comenzado a beber agua salada de mar, contaminada por aguas residuales.
El Comité Internacional de la Cruz Roja advirtió que el ataque de Hamás contra Israel no justifica la “destrucción ilimitada” del enclave palestino, subrayando la necesidad de proteger a la población civil en medio de esta crisis.