En 2023, la recuperación posterior a la pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto un aumento significativo de la desigualdad, reflejado en los indicadores de pobreza, y se extiende a nuevas crisis, particularmente la crisis climática.
De acuerdo con los datos presentados por el Banco Mundial (BM), los países de ingresos altos e industrializados continúan siendo los principales contaminantes.
El BM señala que en los países más pobres y afectados por la violencia, las carencias de ingresos son aún peores que antes de la pandemia.
Se estima que en 2023, 691 millones de personas vivían con menos de 2.15 dólares, el umbral internacional de pobreza extrema, y mil 115 millones con un ingreso diario superior a 3.65 dólares.
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Según un análisis estadístico del BM, entre 2010 y 2019, las cifras de pobreza disminuyeron en 40 %, pero estos después de la pandemia, que resultó en aproximadamente tres años de progreso perdido, el número de personas que ganan menos de 6.85 dólares al día ha experimentado un ligero aumento.
Los datos reportados por el BM también revelan que los riesgos asociados con la deuda han aumentado para todas las economías en desarrollo, tanto las de ingresos bajos como las de ingresos medios.
En la crisis del cambio climático, se evidencian las desigualdades en las emisiones de gases de efecto invernadero, con los países de ingresos altos produciendo una proporción significativamente mayor; a pesar de representar el 16 % de la población mundial, esos países generan el 31 % de las emisiones.
En contraste, los países de ingresos bajos emiten significativamente menos gases de efecto invernadero por habitante.