Durante el debut en vóley playa del equipo neerlandés compuesto por Steven van de Velde y Matthew Immers, el público abucheó y silbó a Van de Velde, quien cuenta con un pasado criminal que no ha pasado desapercibido.
Van de Velde fue condenado en 2016 por el abuso sexual de una niña de 12 años en Londres, un hecho que ha revivido críticas y protestas desde su llegada a la capital francesa.
A pesar de la gravedad de su historial, ni la Federación Neerlandesa de Voleibol ni los organismos internacionales han puesto obstáculos para su participación en los Juegos Olímpicos.
De hecho, antes de su arribo a Francia, las redes sociales se vieron inundadas de mensajes de rechazo hacia la delegación neerlandesa, con una petición que reunió más de 90 mil firmas para solicitar la expulsión del deportista.
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El escándalo ha alcanzado a la misma Federación Neerlandesa de Voleibol y al Comité Olímpico de Países Bajos, quienes han defendido su decisión de permitir que Van de Velde compita, asegurando que “cumple todos los requisitos” establecidos.
El Comité Olímpico Internacional (COI), por su parte, no ha emitido comentarios sobre el caso, dejando a cada país la responsabilidad de decidir cuáles participantes pueden ser inhabilitados.
Los oscuros antecedentes de Van de Velde se remontan a 2014, cuando, con 19 años, viajó a Londres para conocer a una menor de 12 años, con la que había interactuado a través de Facebook.
El encuentro culminó en relaciones sexuales, a pesar de que la joven no había alcanzado la edad mínima de consentimiento. En 2016, fue arrestado, juzgado y sentenciado a cuatro años de prisión, de los cuales cumplió uno antes de ser liberado por buena conducta.