La utilización de la yema de huevo como aglutinante para pigmentos es una técnica que se ha documentado en pinturas hechas hacia 1200 a. C., y sería hasta el siglo XV que se empezó a utilizar el aceite, dando lugar a la pintura al óleo.
Sin embargo, estudios realizados a obras de artistas del Renacimiento como Leonardo da Vinci revelaron que utilizó una mezcla de aceites y yema de huevo, creando la técnica conocida como temple al huevo.
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Un equipo de ingenieros químicos realizó pruebas para conocer la razón por la que los artistas utilizaron un ingrediente tan particular, y los resultados revelaron cómo la yema puede influir en la rigidez de la pintura.
Los estudios también revelaron que la humedad afectaba menos a las propiedades de la pintura cuando se elaboraba secando el pigmento con yema de huevo antes de agregar el aceite.
La técnica a base de yema de huevo aumenta el tiempo de secado, debido a sus propiedades antioxidantes, que también ayudan a proteger las pinturas para evitar su degradación, lo que se traduce a una mejora en la calidad de la pintura.