Alejandro González, el joven estadounidense que falleció en Cancún tras intentar rescatar a una amiga, fue recordado como un talentoso artista y un ejemplo de generosidad.
Originario de Michigan, Alejandro tenía 20 años y cursaba el tercer año en la Facultad de Estudios Creativos en Detroit.
Era apasionado del arte, destacándose en pintura, dibujo y arte textil, además de formar parte del grupo musical de alabanza en su iglesia.
Desde temprana edad, Alejandro mostró sensibilidad por el arte y la comunidad. Tras graduarse de la Academia de Artes y Ciencias de Saginaw, participó en proyectos como el Gran Mural, donde expuso obras de su autoría.
Su talento no solo se limitaba a las artes visuales, sino también a la música, tocando teclado y flauta.
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La descripción difundida en su ficha de búsqueda refleja su personalidad vibrante: un joven de cabello crespo castaño claro, de complexión delgada y tatuajes distintivos, como un gato en el brazo izquierdo y un ramo de flores rodeado de hormigas en el derecho.
Al momento de su desaparición, vestía ropa deportiva y disfrutaba de un viaje de Semana Santa con amigos.
Su madre, Renee González, destacó que Alejandro siempre ponía a los demás antes que a sí mismo.
La última foto que compartió muestra al joven sonriendo frente al mar, reflejo de su felicidad en su último día. Su familia agradeció el apoyo recibido para repatriar su cuerpo y honrar su memoria como un héroe de gran corazón.