La estructura política de Michoacán se reconfigura con un movimiento que confirma tanto lealtades como estrategias. Este jueves, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla nombró a Raúl Zepeda Villaseñor como nuevo secretario de Gobierno, colocándolo en el segundo cargo más importante del gabinete michoacano.
La designación no sorprende: Zepeda ha sido pieza cercana al Ejecutivo desde el arranque del sexenio, fungiendo como secretario particular del gobernador y coordinador de diversas tareas clave en el despacho. Su llegada a la Secretaría no solo responde a una lógica de confianza, sino a un perfil que conjuga formación técnica con experiencia operativa.
Licenciado en Administración de Empresas y con diplomados en Educación Basada en Competencias y en Gestión de Puertos y Logística, Zepeda ha trabajado también en áreas críticas como la Administración Portuaria Integral de Lázaro Cárdenas, donde ocupó la subgerencia de Operaciones y Ecología.
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El gobernador presentó el nombramiento con énfasis en la capacidad de interlocución de Zepeda y su visión para conducir los procesos de gobernabilidad con firmeza, apertura y orden. En un estado donde las tensiones políticas, sociales y territoriales son constantes, la Secretaría de Gobierno exige algo más que discurso: necesita operación diaria, oficio y cabeza fría.
Zepeda llega sin reflectores, pero con el peso de las decisiones que no siempre se anuncian. Su ascenso no es casualidad, sino continuidad de un equipo que prefiere el control interno a las apuestas externas. En tiempos donde la política estatal se fragmenta con facilidad, el nombramiento sugiere una apuesta por la cohesión.
Al asumir el cargo, el nuevo secretario aseguró que su gestión estará basada en “vocación de servicio, diálogo permanente y responsabilidad institucional”. En una tierra donde esas tres cosas suelen escasear, que al menos alguien las prometa ya es noticia.