La oposición a las políticas antimigrantes del presidente Donald Trump se ha intensificado en todo Estados Unidos, con protestas en más de mil ciudades y pueblos. Desde Nueva York hasta Los Ángeles, miles de personas se han manifestado contra las redadas de inmigrantes y el abuso de poder por parte de agentes federales.
En Nueva York, más de 70 legisladores locales y defensores de derechos humanos fueron arrestados tras ocupar oficinas de la Agencia de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en protesta por las políticas migratorias del gobierno.
Mientras tanto, en Chicago, activistas enfrentaron a agentes federales enmascarados, y en California, el gobierno estatal promulgó medidas para restringir las acciones de los agentes federales de migración.
La Casa Blanca ha respondido a estas protestas desplegando tropas federales en ciudades como Los Ángeles, Washington y Portland, Oregon. El presidente Trump justificó estas acciones afirmando que las ciudades están “bajo ataque” por parte de “terroristas domésticos” y que es necesario proteger las instalaciones de ICE.
Sin embargo, defensores de derechos civiles han denunciado el uso excesivo de la fuerza y la violación de derechos fundamentales en el proceso.
A pesar de la represión, la resistencia continúa creciendo. En ciudades de todo el país, comunidades organizadas han llevado a cabo vigilias, marchas y otras formas de desobediencia civil para expresar su oposición a las políticas migratorias del gobierno.
El movimiento se ha caracterizado por su diversidad, con la participación de migrantes, sindicalistas, defensores de derechos civiles y estudiantes.
La situación ha generado un debate nacional sobre el equilibrio entre la seguridad pública y los derechos civiles, y sobre el papel del gobierno federal en la supervisión de las políticas migratorias.