Satélites sobre techos de lámina: el Internet que transforma pueblos y bolsillos en Michoacán
evangelio | 15 julio, 2025

En Michoacán, donde la conectividad ha sido históricamente desigual, los platos metálicos de internet satelital comienzan a marcar el paisaje en comunidades rurales. En techos de lámina y patios de adobe de Cherán, Paracho o la sierra purépecha, los equipos de Starlink, HughesNet y Viasat se han convertido en una nueva ventana al mundo. La escena es significativa: en municipios donde antes apenas había señal telefónica, ahora estudiantes toman clases virtuales y artesanos publican sus productos en redes sociales.

Costos altos para una promesa inmediata

El atractivo del internet satelital es claro: ofrece velocidades que en Michoacán superan en muchos casos las de las conexiones tradicionales. Starlink mantiene en México un kit de instalación cercano a los ocho mil trescientos pesos, con mensualidades que inician en mil cien y alcanzan hasta los tres mil doscientos veinticinco pesos en paquetes de mayor velocidad. HughesNet y Viasat ofrecen planes que rondan los mil doscientos pesos mensuales, con cuotas de instalación de hasta dos mil pesos. Las velocidades prometidas van de los 10 a los 250 megabits por segundo, dependiendo del proveedor.

Para muchas familias rurales, el costo es un sacrificio considerable. Según datos del INEGI, el ingreso corriente promedio trimestral por hogar en Michoacán es de poco más de trece mil pesos, lo que equivale a alrededor de cuatro mil trescientos pesos mensuales. Contratar internet satelital puede absorber entre un 25 y un 40 por ciento de esos ingresos.

Ante esta barrera, en varias comunidades se han creado redes compartidas: un solo equipo abastece a varias viviendas y se paga entre varias familias, lo que reduce los gastos pero satura la señal. En pueblos de la Meseta Purépecha, jóvenes han comenzado a revender megas de manera informal, estableciendo pequeños negocios que también reflejan la ausencia de infraestructura pública.

Una inclusión que no alcanza a todos

El avance es innegable. El internet satelital permite a maestros enviar tareas, a médicos rurales consultar diagnósticos con especialistas y a pequeños productores promocionar sus artesanías en plataformas digitales. Sin embargo, esta conectividad llega como un servicio privado y costoso, no como una política pública.

La diferencia con el promedio nacional sigue siendo amplia. Mientras que en México el 73 por ciento de los hogares tiene acceso a internet, en las zonas rurales de Michoacán solo el 47 por ciento está conectado, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información (ENDUTIH 2024). El internet satelital crece, pero no alcanza a cerrar la brecha de manera equitativa; más bien profundiza una división entre quienes pueden costearlo y quienes quedan fuera.

La ausencia del Estado

El auge del internet satelital expone la carencia de soluciones públicas. Programas federales como “Internet para Todos”, que prometían ampliar la cobertura en zonas marginadas, avanzan con lentitud y no han logrado cubrir regiones donde ahora los satélites son la única opción. Cada antena en un techo rural es, al mismo tiempo, una señal de progreso y un recordatorio de esa omisión.

Conectividad como privilegio

El internet satelital ha logrado lo que durante décadas no consiguieron los planes estatales de telecomunicaciones: conectar a comunidades olvidadas. Pero lo hace bajo un modelo que convierte la conectividad en privilegio. Mientras no exista inversión pública suficiente ni subsidios, la inclusión digital en Michoacán seguirá dependiendo de la capacidad individual de pago y no de un derecho garantizado.

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