Para adaptarse a su continuo crecimiento, la naturaleza dotó a las serpientes de un mecanismo único: la ecdisis, o muda de piel, un proceso que les permite deshacerse de su vieja “armadura” y estrenar una nueva.
Un reciente artículo del Museo Nacional de la Amazonia destaca que la periodicidad de las mudas depende de factores como la edad, el crecimiento, la alimentación, la salud y las condiciones climáticas.
Pero, ¿qué sabemos realmente de este proceso? A continuación, desvelamos tres datos sorprendentes:
- Una capa sobre otra
La nueva piel de la serpiente crece bajo la antigua, como si fuera un “cambio de ropa” donde no se quita una prenda antes de ponerse la siguiente.
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Esta piel está compuesta de escamas de queratina que, aunque protectoras contra la deshidratación y las lesiones, impiden el crecimiento.
- Salud en la muda
La ecdisis permite el crecimiento y también es fundamental para la salud; al desprenderse de la piel vieja, la serpiente se libra de parásitos como los ácaros, garantizando una nueva capa limpia y saludable.
- Ojos nublados, vista vulnerable
Durante la muda, los ojos de la serpiente se vuelven opacos, adquiriendo un color azul lechoso. Esto se debe a la acumulación de fluidos entre las capas de piel vieja y nueva, dificultando su visión y haciéndola más vulnerable a los depredadores.
Una vez que los ojos se aclaran, la serpiente comienza el proceso de desprendimiento frotando su cabeza contra superficies rugosas hasta liberarse por completo de su antigua piel, revelando colores vibrantes y patrones característicos de su especie.
La muda de piel de las serpientes es un proceso complejo y vital, una danza constante entre el crecimiento, la salud y la supervivencia en el reino animal.