La presidenta Claudia Sheinbaum puso en duda el origen genuino de la movilización realizada el pasado 15 de noviembre, promovida públicamente como una protesta encabezada por la “Generación Z”. De acuerdo con la mandataria, los indicios recopilados por Infodemia apuntan a que la convocatoria no fue espontánea, sino que habría contado con un financiamiento cercano a 90 millones de pesos y con el respaldo de sectores opositores, incluido un empresario, así como con el impulso de cuentas extranjeras que amplificaron su difusión en redes sociales.

Sheinbaum señaló que, aunque hubo jóvenes participando tanto en línea como en la marcha, la composición del contingente no correspondió al relato de una movilización juvenil masiva. Afirmó que la mayoría de los asistentes eran adultos ligados a colectivos opositores, entre ellos integrantes de la llamada Marea Rosa, simpatizantes del PAN y actores políticos e intelectuales que ya habían participado en otras protestas similares.

“La idea de que fue una marcha de jóvenes no coincide con lo que ocurrió en las calles”, subrayó. Según la presidenta, quienes sí pertenecían a la generación mencionada se manifestaron “de forma pacífica”, mientras que los hechos de violencia registrados en el Zócalo fueron protagonizados por “un grupo de adultos ajenos a ese sector”, equipados con herramientas como marros, esmeriles, martillos y ganzúas, utilizados para intentar derribar las vallas instaladas como medida preventiva. “Muchos adultos y pocos jóvenes”, resumió.

Ante este escenario, Sheinbaum anunció que se llevará a cabo una investigación para identificar a los integrantes del grupo violento y rastrear las redes de financiamiento y coordinación detrás de sus acciones. Consideró que su objetivo no era manifestarse, sino provocar enfrentamientos con la policía y generar tensión política.

La presidenta reiteró que su gobierno respeta el derecho a la libre manifestación y reconoce la diversidad de formas en que la juventud se expresa. Sin embargo, advirtió que no permitirá que organizaciones o actores externos utilicen la imagen de los jóvenes o la cobertura de protestas pacíficas para justificar actos de violencia.