Sonidos de Michoacán, artistas locales presentan el primer volumen de Sonopedia
evangelio | 7 noviembre, 2025

En un pequeño estudio público de Morelia, las guitarras se cruzan con sintetizadores y voces en purépecha. No hay disqueras ni patrocinadores detrás, solo artistas que decidieron registrar su música con las herramientas que antes parecían reservadas para otros. Así nació Sonopedia, el primer volumen de un proyecto colectivo que reúne once propuestas musicales michoacanas y marca un nuevo capítulo para la música independiente en el estado.

La idea surgió en torno a un estudio gratuito de grabación profesional, impulsado por la Secretaría de Cultura de Michoacán, donde cualquier creador puede producir su trabajo con estándares de calidad. Pero más allá del respaldo institucional, el mérito pertenece a quienes se adueñaron del sonido.

“Esto no es solo una grabación; es la oportunidad de sonar más allá de nuestras colonias, de mostrar lo que hacemos con calidad y corazón”, dijo uno de los músicos durante la presentación del álbum en Morelia.

Participan Mexxica, Verde Olvido, la Orquesta Purépecha Femenil Magnolia Tsïtsïki, Ron Ron Band, Contracuentos, Karla Elisa, El Cuarteto de Juan Alzate, Eloy Zamora, Matt Dodo, Julio Isaac Cervantes y Danaus, acompañados por los productores Cuauhtémoc Ramírez, Daniel López y Christian Ro.

De las guitarras de Paracho al estudio digital

La historia musical de Michoacán no nació en los escenarios, sino en los talleres. Desde Paracho —donde la madera se convierte en guitarras reconocidas por la UNESCO— hasta las comunidades purépechas que conservan el canto como archivo de memoria, el sonido ha sido una forma de resistencia cultural.

Sonopedia rescata ese legado y lo proyecta hacia el futuro. La plataforma digital (sonopedia.michoacan.gob.mx) ya concentra más de 40 álbumes de distintos géneros: jazz, folk, rock, fusión tradicional y experimentación sonora. Cada disco puede escucharse mediante código QR, un gesto que une lo artesanal con lo tecnológico, lo local con lo global.

El proyecto también responde a una deuda histórica: la falta de infraestructura cultural. En un estado donde decenas de casas de cultura operan sin presupuesto, donde festivales sobreviven por cooperación y muchos músicos graban con recursos propios o en estudios improvisados, Sonopedia representa una excepción dentro de un ecosistema precario.

Una escena que florece entre carencias y ruido

Michoacán es una tierra donde la creatividad resiste en medio de la adversidad. La violencia, que en los últimos años ha obligado a cancelar eventos culturales en municipios como Uruapan, Zamora o Apatzingán, ha desplazado parte de la vida artística hacia espacios cerrados o virtuales. En regiones rurales, los centros culturales permanecen cerrados por falta de seguridad o de personal, y los presupuestos para arte y cultura han sufrido recortes de más del 30 % en la última década, según cifras del propio sector.

Mientras tanto, la migración juvenil también golpea a la escena: uno de cada tres jóvenes michoacanos considera salir del estado por falta de oportunidades, de acuerdo con datos del INEGI. Muchos de ellos son músicos o artistas que terminan abandonando su oficio por la falta de circuitos, público o financiamiento.

En ese contexto, Sonopedia funciona como una ventana que muestra lo que el país rara vez mira de frente: un movimiento cultural vivo, profesional, pero invisible para las grandes plataformas.

“Sonopedia no solo reúne música; documenta una generación que aprendió a grabarse a sí misma”, resume Leonardo Flores Vargas, subdirector de Fomento Musical.

La secretaria de Cultura, Tamara Sosa Alanís, adelantó que en los próximos meses se lanzará una nueva convocatoria para continuar con el proyecto. Pero el desafío, reconocen algunos de los propios artistas, no es solo grabar, sino mantener viva una escena que aún carece de circuitos, medios de difusión y espacios dignos para presentarse.

Iniciativas parecidas existen en otras regiones de México y América Latina, donde la música también se ha convertido en una herramienta de comunidad. En Jalisco, el programa Fonoteca Viva impulsa grabaciones colectivas de música wixárika; en Oaxaca, el proyecto Sonidos de la Tierra documenta bandas rurales con apoyo de productores locales; y en países como Colombia y Chile, plataformas públicas como Bogotá Suena o La Vitrola han demostrado que los estudios abiertos al público pueden transformar escenas completas, profesionalizando a músicos que antes grababan en condiciones precarias. En ese contexto, Sonopedia forma parte de una red creciente de proyectos que entienden la grabación como un acto cultural, no solo técnico.

Con este primer volumen, Michoacán deja de ser solo territorio de festivales y tradiciones; se convierte en un laboratorio sonoro que retrata las contradicciones de su tiempo: un estado que produce talento, pero también lo expulsa; que conserva su identidad, pero lucha por no quedarse en silencio.

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