Teleférico de Uruapan deja de ser rehén
evangelio | 26 septiembre, 2025

El teleférico dejó de ser símbolo de parálisis y se convirtió en moneda de negociación. El pasado jueves, el alcalde Carlos Manzo anunció mediante un comunicado que se retira el bloqueo luego de reunirse con el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla. El acuerdo, que ocurre tras casi dos semanas de tensión, abre dos frentes: la promesa de reforzar la seguridad en uno de los municipios más violentos del país y la garantía de inversiones que permitan reactivar una obra estratégica para Uruapan.

El componente de seguridad fue el eje central del entendimiento. El municipio venía insistiendo en que Uruapan enfrenta una de las percepciones de inseguridad más altas del país, con colonias marcadas por enfrentamientos y ataques a policías municipales. Como respuesta, el pacto incluye el arribo de más de 200 elementos de la Guardia Nacional, la instalación de filtros en accesos y salidas y rondines permanentes del Ejército en las zonas montañosas. En paralelo, Manzo destacó resultados inmediatos derivados de la coordinación: la detención de tres implicados en el homicidio de un policía y la neutralización de dos agresores en Caltzontzin.

La segunda parte del acuerdo se centró en la inversión pública. El Gobierno del Estado se comprometió a mantener las 22 obras vinculadas al teleférico y a liberar un paquete de más de 300 millones de pesos para 2026. Entre las vialidades incluidas se encuentran Paseo de la Revolución hacia Zumpimito, el Libramiento Oriente hacia el Bulevar Industrial, la tercera etapa de la avenida San Francisco rumbo al Hospital Regional, la avenida de las Torres y el Paseo Lázaro Cárdenas. También se anunció la construcción de oficinas municipales y del DIF en la avenida Chiapas, como símbolo de descentralización administrativa y fortalecimiento institucional.

Manzo aprovechó el comunicado para agradecer el respaldo ciudadano. Reconoció que la presión social fue determinante para que el Gobierno del Estado aceptara la mesa de negociación. Al mismo tiempo, lanzó una advertencia: el levantamiento del bloqueo es condicionado; si los compromisos no se cumplen, el municipio no dudará en volver a ejercer medidas de resistencia.

El desenlace tiene una lectura política evidente. La liberación ocurre en la tarde del informe de gobierno de Ramírez Bedolla, un escenario que volvía insostenible la parálisis de la obra. El acuerdo ofrece oxígeno a ambas partes: al alcalde, que muestra capacidad de presión y resultados inmediatos; y al gobernador, que despeja el camino para un informe sin el peso de un teleférico clausurado.

Pero detrás de la foto y las cifras persiste la pregunta mayor: ¿será suficiente el despliegue de la Guardia Nacional y la promesa de inversión para modificar la percepción de inseguridad en una de las ciudades más violentas del país? Uruapan carga con la doble expectativa de sus habitantes: que el teleférico se convierta en motor de desarrollo y que la seguridad deje de ser una promesa aplazada. En esa otra mesa, la del miedo cotidiano, se jugará el verdadero desenlace de este acuerdo.

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